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Mi perro ha comido raticidas.

Aún hoy día sigue siendo una causa muy frecuente de intoxicación en pequeños animales. Los perros, sobre todo los más jóvenes, suelen ser los que se afectan con más frecuencia debido a su carácter explorador. Las llamadas a la clínica debido a la sospecha o a la certeza de la ingestión de raticidas se produce, sobre todo, cuando llevamos al perro a jugar en un parque o en una casa de campo, que suelen ser los sitios más habituales donde hay pequeños roedores.

Los raticidas que más se utilizan son productos anticoagulantes, lo que quiere decir que dificultan o anulan el sistema de coagulación de la sangre y así los animales mueren debido a la pérdida de sangre por hemorragias incontrolables. Todos los días nuestros animales, y nosotros, sufrimos pequeños microtraumatismos, de los que ni siquiera nos damos cuenta, y se producen pequeñas microhemorragias que cesan enseguida por la acción del sistema de coagulación. Si este no funciona bien esas hemorragias no cesan y son las que al final originen la muerte del animal afectado.

Cuando un ratón o una rata se toman un cebo envenenado con estos productos, no mueren en el acto, como mucha gente cree, sino que va a demorar un tiempo mientras se agotan los factores de coagulación de la sangre y luego, con las pequeñas hemorragias que se van produciendo por pequeños golpes, arañazos, etc. el animal muere desangrado. De esta forma los roedores no sospechan que el causante de la muerte de un congénere ha sido el cebo envenenado.

En el caso de nuestros animales pasa igual. Los cebos pueden ir camuflados en unos bloques que atraen al animal, o en bolsitas como de pipas (lo que supone un grandísimo peligro para los niños). El animal que come una cantidad abundante, que va a depender del tipo de anticoagulante que lleve el cebo, sufre el mismo problema que los roedores a los que va destinado y, si no se pone un tratamiento adecuado, muere de igual forma.

Actualmente se tiene mucho más cuidado que antaño a la hora de colocar los cebos, intentando que sea en sitios inaccesibles a nuestros niños y animales, además de indicarlo con carteles, con lo que aunque se siguen viendo estos problemas, cada vez es menos frecuente. Si alguna vez tienen que utilizarse estos productos, SEGUID SIEMPRE LAS INSTRUCCIONES DE USO Y EVITAD PONER EL CEBO EN SITIOS A LOS QUE PUEDA ACCEDER ALGÚN NIÑO O ALGUNO DE NUESTROS ANIMALES.

Si tenemos sospecha de la ingestión de veneno por parte de nuestro animal, llamad inmediatamente a vuestro veterinario para que os de las instrucciones pertinentes. Mientras tanto, esta es una de las ocasiones en las que sí se puede hacer vomitar a nuestro perro si la ingestión es reciente. Se le puede dar agua oxigenada (normalmente con 10-50ml) es más que suficiente para producir el vómito dependiendo del tamaño del animal y del contenido que pudiera haber en el estómago. Si no vomita en diez minutos se puede repetir la dosis.

Una vez que lo vea el veterinario, decidirá si se instaura un tratamiento con antídotos del tóxico o si no es necesario. Es muy importante, siempre que sea posible, tener a mano el prospecto del veneno para que el veterinario sepa a lo que se enfrenta y poder instaurar el tratamiento más adecuado.

Si no nos dimos cuenta y vemos que nuestro animal presenta alguna hemorragia que no se detiene como debiera; si apreciamos cardenales en la zona de abdomen (más fácil de visualizar al tener menos pelo); o si vemos como hemorragias en ojos, mucosa de la boca, etc., debemos ponernos urgentemente en contacto con nuestro veterinario pues podemos estar ante un caso de intoxicación por raticida ( hay más enfermedades que pueden cursar con cuadros de hemorragias y es el profesional quien tiene que diagnosticar el proceso).

Manuel Olivares, veterinario de la Clínica OLIVARES y de tuveterinario.info/tuveterinario

 

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