¿Tiene fiebre mi gato? Los cuadros febriles en los gatos son muy frecuentes, pero no olvidemos que la fiebre es un síntoma, no una enfermedad.
¿Tiene fiebre mi gato? Cuando nosotros tenemos la temperatura corporal elevada decimos que tenemos fiebre. Pero la fiebre no es una enfermedad como tal sino que se trata de un síntoma que puede aparecer por diversos motivos y que nos indica que algo no va bien.
La temperatura normal de nuestros gatos oscila entre los 38 y 39ºC. A partir de esa temperatura decimos que el gato tiene fiebre, pero eso es algo que decimos así aunque sería mejor decir que tiene hipertermia.
La temperatura corporal de nuestros gatos se puede elevar por diversos motivos: procesos infecciosos, ejercicio intenso, cuadros convulsivos, temblores por causa del miedo, insolación, golpe de calor, neoplasias, hipertermia maligna, etc.
Cuando hablamos de fiebre nos referimos al síndrome febril, que es un conjunto de síntomas entre los que se encuentran la elevación de la temperatura por encima de 39ºC. Junto a esto puede presentarse una apatía más o menos manifiesta, disminución o ausencia completa de apetito, dolores musculoesqueléticos, etc.
Como decíamos más arriba hay diversas causas de un síndrome febril pero una de las causas más frecuentes de fiebre en los gatos son las infecciones víricas. Enfermedades como las producidas por calicivirus, herpesvirus, virus de la leucemia felina, virus de la panleucopenia felina, virus de la inmunodeficiencia felina, etc. van a tener entre sus síntomas la aparición de un cuadro febril.
¿Cómo se manifiesta el cuadro febril en el gato? Cuando un gato tiene fiebre vamos a ver que la temperatura corporal está por encima de los 39ºC, tiene menos apetito o, incluso, deja de comer por completo. El gato se muestra más apático, sin ganas de jugar y pasa mucho tiempo tumbado en su rincón favorito o, incluso, busca sitios donde poder esconderse. Si hay dolor (recordemos que en los procesos febriles pueden aparecer dolores musculares y/o articulares), puede mostrarse agresivo si queremos tocarlo. Si la temperatura es muy elevada podemos notar que el gato tiene la respiración muy agitada, incluso con jadeos, y su corazón late más rápido (taquicardia).
Tenemos que recordar que hay ciertas diferencias con el perro ya que los gatos tienen un comportamiento más especial. Los perros suelen estar todo el rato moviéndose y correteando alrededor del cuidador reclamando su atención y por eso, cuando se encuentran mal y no hacen estas cosas, es más fácil darse cuenta de que algo no va bien. En el caso de los gatos, como muchos tienen un comportamiento más calmado y, además, suelen ser mentirosos y ocultar que se encuentran mal para evitar a los competidores y a los posibles depredadores, es más difícil para el cuidador poder apreciar en muchas ocasiones esos cambios que, no olvidemos, pueden ser bastante sutiles.
Para verificar si el gato tiene fiebre lo ideal es tomar la temperatura, mejor con un termómetro digital de punta flexible para evitar hacerle daño si hay algún movimiento brusco del gato. Es importante saber que hay gatos que no toleran esto y pueden manifestar agresividad al intentar poner el termómetro. Los termómetros que se han puesto de moda últimamente con la pandemia que hemos padecido y que miden la temperatura de la piel o del canal auditivo son bastante inexactos en los gatos y en los perros por lo que no los recomiendo.
Siempre que notemos que nuestro gato está más apagado, sin ganas de comer ni de jugar debemos tomarle la temperatura para cerciorarnos de la presencia de un cuadro febril, aunque no debemos descuidarnos pues muchas enfermedades, y muy graves, cursan sin la presencia de fiebre.
Lo ideal es que si hay un cuadro febril sea el veterinario quien examine al gato para localizar el origen de esa fiebre y poner el tratamiento pertinente. Recordad que no sólo se debe tratar la fiebre sino su causa y que no es lo mismo una infección vírica que un golpe de calor; o una infección bacteriana no es igual que un síndrome paraneoplásico. Los antipiréticos que tenemos para nuestro uso en casa están formulados para personas y pueden tener efectos secundarios muy serios utilizados en animales. No olvidemos que los gatos y los perros no son personas pequeñas y que su metabolismo es distinto al nuestro, tanto que es muy peligroso el uso de medicamentos tan conocidos por nosotros como es el caso de la aspirina, que con una mala dosificación puede llegar a provocar incluso la muerte de nuestro gato.
Aprovechamos para recordaros que en la Clínica Veterinaria OLIVARES (Granada) ponemos a vuestra disposición nuestro Servicio de Urgencias 24 horas, así como el teléfono de consulta que aparece en nuestra página (tuveterinario.info), también operativo las 24 horas para que podáis solucionar todas las dudas que os surjan sobre este o cualquier otro tema relacionado con la salud y cuidados de vuestros animales.
Manuel Olivares Martín, veterinario de la Clínica Veterinaria OLIVARES (Granada) y de tuveterinario.info