¿Cómo le doy una pastilla a mi gato?
¿Cómo le doy una pastilla a mi gato? Al igual que comentaba con los perros, el darle la medicación a un minino puede, a veces, resultar complicado.
¿Cómo le doy una pastilla a mi gato? En muchas ocasiones hemos tenido que recurrir a dar alguna pastilla a nuestro gato, tanto de forma preventiva ( la típica desparasitación interna), como para tratar alguna enfermedad.
El acto de administrar una pastilla a nuestro perro puede resultar desde muy fácil hasta convertirse en un auténtico suplicio para nuestro animal y para nosotros.
Ante todo debemos tener en cuenta que aquí estamos hablando de pastillas pero esto es un nombre algo genérico pues puede que se traten de comprimidos enteros, comprimidos fraccionables,comprimidos recubiertos, grageas, cápsulas, premios. Dependiendo de la presentación del medicamento se deberá recurrir a su administración de la dosis entera o fraccionada.
Los medicamentos formulados para su uso en gatos están preparados de forma que resulten lo más atractivos posibles para los pacientes ya que los laboratorios son conscientes de la dificultad que puede entrañar el intentar dar un medicamento a los animales.
En el caso concreto de los gatos esto es aún más complicado pues son mucho más selectivos que los perros en relación con los sabores y texturas de los alimentos, lo que obliga a los laboratorios a afinar mucho en las presentaciones de los medicamentos a ellos destinados.
Se tiende hoy en día a formular los medicamentos con una textura y un excipiente que aporte un sabor que los haga atractivos a los animales de forma que se facilite lo más posible su administración por parte de los propietarios ya que también hay que pensar en que no es lo mismo administrar un antiparasitario cada tres meses, por ejemplo, que administrar un vasodilatador todos los días durante toda la vida de un paciente afectado de una enfermedad renal crónica.
A día de hoy, para facilitar la desparasitación interna de nuestros gatos, que suele ser el motivo más frecuente por el que debemos medicar a nuestros felinos, los laboratorios ya ofrecen presentaciones para administrar tópicamente (se absorbe el medicamento a través de la piel) con lo que, sobre todo en gatos que no cooperan, nos aseguramos la desparasitación.
Cuando nuestro gato es pequeñito debemos empezar a enseñarle a dejarse manipular la boca y podemos darle premios o trocitos de atún o algo que les resulte atractivo y que se traguen con facilidad para poder luego utilizar este sistema para camuflar posibles medicamentos. En el caso de los gatos no es tan fácil como en los perros pues es muy fácil que noten el sabor del medicamento y lo echen fuera.
Cuando los medicamentos son del tipo de los premios o con saborizantes que camuflan el sabor de la medicina podemos administrar el medicamento ofreciéndoselo a nuestro gato sin más (esto sucede con muy pocos medicamentos). A veces así no lo aceptan y hay que recurrir a artimañas tales como esconderlo en un premio para que el gato se lo trague sin llegar a apreciar que hay un medicamento escondido, lo que también suele resultar difícil, aunque hoy en día hay unos premios que están preparados para esconder en ellos los medicamentos y que deberíamos empezar a utilizar desde que los gatitos son pequeños para que se acostumbren a ellos y los tomen incluso cuando haya medicación en su interior.
Debemos tener en cuenta que hay medicamentos que no se pueden fraccionar tanto porque su sabor es muy notorio y desagradable para el gato como porque sea necesario esto para lograr un buen efecto de la medicación. Si la presentación es pequeña y no se aconseja el fragmentarla, se recurre a esconderlo tal y como hemos comentado antes. Si el medicamento es grande y no se puede fragmentar y el gato no la toma escondida en algo, debemos recurrir a darlo directamente en la boca.
Los gatos suelen ser más difíciles de manejar a la hora de forzarlos a ingerir un medicamento que el caso de los perros. Si el gato no coopera puede morder y arañar a quien lo esté sujentando, aunque sea su dueño, produciendo lesiones que pueden llegar a ser importantes.
Si el gato está acostumbrado desde pequeño y se deja manipular, le abriremos la boca y depositaremos el medicamento lo más profundo que podamos. Debido a la característica estructura de su lengua, recubierta de pequeñas espículas, así es más difícil que eche el medicamento y acabe por tragarlo, algo a lo que ayudaremos si le damos también un poco de agua con una jeringa nada más tomarse la pastilla.
En los gatos hay un dato que no debemos olvidar cuando administramos pastillas y es que su tránsito por el esófago es más lento que en el caso de los perros, por ejemplo, y el contacto con ciertos medicamentos con su mucosa pueden provocar un proceso irrititativo que derive en una esofagitis que puede resultar muy grave. Es por eso que se aconseja que SIEMPRE que le administremos pastillas a nuestros gatos, inmediatamente después les demos agua con una jeringuilla para que la pastilla pase rápidamente al estómago y contacte el menor tiempo posible con la pared esofágica.
Si así no podemos, podemos recurrir, igual que en el caso de los perros, a los medicamentos en jarabe o a disolver las pastillas en algún líquido que oculte el sabor del medicamento y lo damos con una jeringuilla, la cual introduciremos por detrás del colmillo, en el hueco que queda en esa zona. Hay que administrarlo con cuidado, no de una forma muy impulsiva, para evitar que el contenido pueda aspirarse y pasar a vías respiratorias.
A veces, tras administrar, sobre todo de forma forzada, un medicamento a nuestros gatos, estos comienzan a babear de una forma muy aparatosa y mucha gente nos llama a la clínica pensando que su gato se ha intoxicado con el medicamento. Debemos tranquilizarnos pues no es nada preocupante. Lo que ocurre es que a nuestro gato le resulta desagradable el sabor del medicamento y se origina una abundante salivación que, en algunos casos, persiste durante un rato sin que tenga la mayor importancia.
Cuando esto falla también, podemos intentar camuflar el medicamento machacado en comida húmeda pero, como decía más arriba, los gatos son mucho más sensibles que los perros a los sabores y aunque nos parezca que es imposible, detectan la presencia de algo extraño en la comida y algunos no llegan ni a probarla.
Cuando hemos intentado todo esto y hemos fracasado, debemos hablar con nuestro veterinario para ver si existe la posibilidad de medicar a nuestro gato mediante inyectables. Esto es algo que podemos utilizar para tratamientos cortos pero que se hace complicado en tratamientos crónicos. Hay medicamentos inyectables que tienen un efecto de varios días hasta varias semanas pero esto no es lo habitual.
De todas formas es aconsejable, tal y como comentaba al principio, acostumbrar a nuestros gatos desde pequeñitos tanto a manipular su boca como a tomar medicamentos (placebo), que nos eviten problemas para medicarlos cuando sean mayores.
Aprovechamos para recordaros que en la Clínica Veterinaria OLIVARES (Granada) ponemos a vuestra disposición nuestro Servicio de Urgencias 24 horas, así como el teléfono de consulta que aparece en nuestra página (tuveterinario.info), también operativo las 24 horas para que podáis solucionar todas las dudas que os surjan sobre este o cualquier otro tema relacionado con la salud y cuidados de vuestros animales.
Manuel Olivares Martín, veterinario de la Clínica Veterinaria OLIVARES (Granada) y de tuveterinario.info